Las conversaciones a media voz sobre aquel pequeño pueblo en España, las menciones discretas sobre “esas pobres mujeres”, y las miradas evasivas en busca de evitar explicaciones fueron siempre un misterio en la infancia de Lorena Muñoz. La cineasta, conocida por explorar las vidas de Ada Falcón, Gilda y María Soledad, no podía dejar de lado el enigma en su propia familia. “Suerte de pinos”, su más reciente documental, narra el doble asesinato que manchó la historia de su linaje.
El secreto de la familia
“Desde que tengo memoria ha sido un tema del que no se hablaba abiertamente. Recuerdo que se mencionaba una casa en España, de piedra, ubicada en medio de un bosque de pinos. Todo sonaba a historia transmitida de generación en generación, pero sin un sentido claro”, comenta Muñoz a Clarín.
Hace dos décadas, en un viaje a Europa con su madre, Lorena insistió en visitar Salduero: “No podía creerlo, estábamos en el pueblo donde había ocurrido la tragedia. Mi madre de inmediato optó por evitar el tema, mientras yo quería saber más”.
Exploraciones y descubrimientos
Salduero, en la provincia de Soria, Castilla y León, abarca 2,69 kilómetros cuadrados y alberga 145 habitantes. En 1954, año de los asesinatos, su población era menor a 80. Muchos han fallecido y otros tantos han olvidado.
“Sabía que tenía una historia potente, pero complicada de relatar. Retorné varias veces al pueblo, filmando de muchas formas, con viejas cámaras, y gracias a esos viajes atesoré registros de personas que ya no están. Aun así, seguía siendo difícil”, expresa Muñoz. Optó entonces por ser parte activa frente a la cámara.
En “Suerte de pinos”, Muñoz interactúa con quienes presenciaron la tragedia.
“Aunque no lo parezca, soy tímida, pero había pocos recursos para contar la historia, así que me involucré. El pueblo es casi desolado, como un lugar detenido en el tiempo, sin jóvenes ni escuelas”, describe Muñoz.
Un obstáculo adicional era el acceso al expediente judicial del caso. Un amigo lo había localizado, pero las autoridades se negaban a mostrarlo. El crimen ocurrió en 1954, durante el franquismo, y 70 años después, en Salduero persiste el silencio sobre el suceso.
La reconstrucción del pasado
“Un pueblo diminuto, perdido en un vasto bosque del norte de España. Un lugar repleto de secretos. La casa de piedra de mi familia, cerrada con cerrojos. En una fiesta medieval, los hombres cortan el pino más recto y alto y lo plantan en la plaza. Allí, hace 70 años, mataron a mi bisabuela y su hija. Un doble asesinato ocurrido a plena vista, que callaron por años”.
Esta es la presentación de Muñoz sobre su película de 89 minutos, donde se convierte en una suerte de investigadora, intentando desenterrar una verdad oculta.
En la tradición del pueblo, el pino más elevado se erige en la plaza.
Lo que tenía seguro es que Antonia de la Hoz y Aurora Rubio de la Hoz, su tía abuela, fueron víctimas de Tomás García Barro, el esposo de Aurora. Más allá de eso, los detalles eran escasos. “Todos quienes sabían ya no están. Se mantenía un silencio absoluto. Intentaron olvidar, pero el horror perdura”, dice.
“Mi madre contó que Antonia y Aurora pidieron ayuda al salir de casa, pero Tomás las atacó en la calle, a plena luz, con una escopeta”. Muñoz contactó al actual alcalde de Salduero, quien rehusó participar en el documental: “No quiso formar parte porque asegura que el pueblo se incomodó por revivir un tema enterrado”.
Farruco, un anciano del pueblo, corre el riesgo de hablar pese a la negativa de su hijo. Recuerda a Tomás como panadero y alcohólico, casado con Aurora por un reto: “Maltrataba tanto de palabra como físicamente”.
Muñoz presiona para acceder al expediente, argumentando su derecho a conocer la verdad, pero recibe la respuesta de que el asesino tiene derecho al honor. La directora no entiende: el hombre fue juzgado, ya está muerto, no tuvo descendencia. “Los archivos son guardianes del silencio”, lamenta.
El legado y la memoria
Muñoz conversa con Iluminada, otra testigo, quien apenas recuerda algo. Descubre que las mujeres que presenciaron los hechos intentaron ayudar y luego testificaron en el juicio. No obstante, el antiguo Código Penal franquista permitía exonerar a un hombre que sorprendiera a su esposa en adulterio.
Aurora y Tomás no tuvieron hijos en siete años de matrimonio. Un vecino, Isaac, se ofreció a remediar la falta, causando la ira de Tomás. “Le pegaba sin motivo”, dice un antiguo vecino.
El drama se desató de un día cualquiera. Tomás pegó a Aurora por desobediente. Ella acudió a su madre, quien recriminó al yerno. Tomás reaccionó con violencia, y, al salir a la calle, disparó y mató a las mujeres.
“La maté porque era mi propiedad”, declaró García Barro, condenado a ocho años. Al salir de prisión, se trasladó a Zaragoza y murió en un accidente laboral.
“Suerte de pinos” debutó en el Festival de Málaga y se exhibirá en el Bafici.
Muñoz reflexiona sobre su obra más personal. “Es preocupante pensar en quienes hablaron y permanecen en el pueblo, pero la película fue bien recibida”. La cineasta reivindica las historias de mujeres, como Gilda o María Soledad, buscando exponer cuestiones de género y derechos de las mujeres. “Aún enfrentamos actitudes machistas de hace décadas”, concluye.
El estreno nacional de “Suerte de pinos” ocurrirá a mitad de año. De momento, se presenta en el Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente (Bafici) con fechas el 7, 9 y 11 de abril.
